Resumen En este artículo analizamos cómo la dimensión biográfica de un arquitecto y las condiciones propias de una época coincidieron para poder gestar, en tan solo veintiún años (1890-1911), una profunda transformación espacial en la ciudad de Culiacán, de modo que, aún después de un siglo, dichos cambios continúan siendo determinantes en la estructura e imagen urbana de la capital de Sinaloa, México. El texto muestra que los cambios en la arquitectura y el urbanismo de Culiacán durante las últimas dos décadas del Porfiriato fueron el resultado, no sólo de decisiones estilísticas, técnicas e ingenieriles, sino producto de los cruces de estos factores con otros de índole subjetiva y personal vinculados a la personalidad del arquitecto Luis F. Molina -quien se mudó de la Ciudad de México a Culiacán poco después de graduarse en la Academia de San Carlos- y de las condiciones sociopolíticas y culturales de la élite en el poder. Entre los datos biográficos relevantes del arquitecto Molina cabe destacar su historia familiar, frustraciones sentimentales y laborales juveniles, aspiraciones personales y condiciones de clase social. Esta dimensión biográfica actuó inserta en las condiciones sociales, económicas y políticas propias de la élite porfirista de Sinaloa, a la que servía, y que fue la promotora de los cambios espaciales principales a través de los cuales buscaba marcar la ciudad con la impronta de su poder y prestigio. Así, este artículo analiza los entrecruces de una biografía y la historia urbana-arquitectónica de Culiacán durante un tiempo específico, claramente delimitado entre la llegada a la ciudad del arquitecto Molina (1890) y su salida como consecuencia del triunfo de la revolución maderista (1911). Nuestro método de análisis es un híbrido donde predomina la microhistoria, pero en relación de diálogo y complementariedad con la historia de las mentalidades, la antropología simbólica de Clifford Geertz, el concepto de representación de Roger Chartier y los análisis estilísticos propios de la crítica de la arquitectura y el urbanismo.
Abstract In this article, we analyze how the biography of the Architect Luis F. Molina and the conditions of a specific period (1890-1911) intersected to produce a profound spatial transformation in Culiacan, the capital city of Sinaloa, Mexico. Over a century later, the transformations produced by this intersection still give decisive shape to the urban and visual landscape of the city. The changes in the architecture and urban landscape of Culiacan during this period, the last two decades of “the Porfiriato,” resulted not only from stylistic, technical, and engineering decisions but also from how these decisions were shaped by factors of a subjective and personal nature. Most important among these factors are the personality of the architect Luis F. Molina - who moved to Culiacan from Mexico City shortly after graduating from the San Carlos Academy- and the sociopolitical and cultural characteristics of the city’s ruling elite. Among the relevant biographical data, this article highlights Molina’s family history, the frustrations, and sentiments that shaped his youth, his personal aspirations, and the conditions of his social class. Molina’s biography intersected with the social, economic, and political conditions of the Sinaloa Porfirian elite, combining to promote spatial changes through which this elite sought to mark the city with the imprint of its power and prestige. This article analyzes the intersections of a biography and the urban-architectural history of Culiacan during a specific time, bound by Molina’s arrival in the city (1890) and his departure, which resulted from the triumph of the maderista revolution (1911). Our method of analysis is a hybrid: microhistory predominates, but this history is in dialogue with the history of mentalités, the symbolic anthropology of Clifford Geertz, Roger Chartier’s concept of representation, and the stylistic analysis typical of architectural critique and urban studies.
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